Último día en la 36° Fiesta Nacional del Teatro. Comienza la tarde. 17hs entramos a una sala en la que el tiempo se detuvo para pasar a ser un registro del instante y del presente. Nos Dispusimos a ver Paraíso Elemental desde Mendoza. Una estructura color marrón ocupaba el centro del espacio, símil a una formación rocosa, estática. El público sentado alrededor de forma circular, rodeando la gran roca. Poco a poco, esta roca pasó a tomar formas dispares, rocas, bajas, rocas altas, mesetas, lentamente llevando al ojo humano al ejercicio de adaptación a la luz, al sistema, a las formas, hasta que allí, frente a nosotros, se alzó en un instante, imponente, la cordillera de los andes, para luego transformarse en un mar en movimiento, olitas que casi salpicaban agua, evocando ese brillo propio y único de los ojos que perciben el mar. Todo eso, con esa misma tela-lienzo color marrón, que luego supimos era una especie de papel acartonado (tuvimos que ir a tocarlo una vez terminada la función).
Luego, desde abajo del mar salieron los hombres y mujeres, de a uno, como escupidos por estas aguas que los contenían, para empezar una especie de peregrinación de lucha por el espacio, el hombre arrasando con la tierra, el hombre evocando una búsqueda por el equilibrio. Arena en bolsas, como quien contiene lo público en lo privado y la conciencia de la arena como lo natural y el tiempo que pasa mientras se pierde. Algo claramente se pierde.
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Cambia el foco de atención. Los intérpretes suben al escenario y se pierden en la oscuridad. La luz, sobre una gran hoja color papel madera, en blanco. Sobre ella es que se empieza a ver claramente la montaña, empiezan a caer gotas negras que delinean los picos, luego con blanco, y divisamos la perfección de un paisaje, un perfecto diseño de la naturaleza.
Poco a poco algo cambia, esas gotas mutan y se transforman en líquidos de colores, artificiales: verde, rojo, amarillo, brillos metálicos. Se transforma la perfección en un enchastre, en un desastre. Un el corrimiento de lo bello hacia algo grotesco, lo artificial. La tierra llora en colores. Silencio. Suena Spinetta: “Todos quieren mi montaña, todos quieren mi montaña. Salen los actores y actrices para presentar el final con un cartel también en papel madera: basta de extractivismo.”
La obra llega a su fin. Nosotrxs transformados. Es que la poesía se ha hecho paisaje dentro de ese teatro y la contundencia de lo bello sobre el terror ya no se puede ocultar. Basta de extractivismo. Conmovedora, reflexiva y necesaria. Gracias Paraíso Elemental.
INTÉRPRETES: ANITA KEMELMAJER ISAAC FLORES NICOLÁS PERRONE NICO LOÜET CARLA SOSA LUCAS LA ROSA ASISTENCIA DE DIRECCIÓN: YANINA BOSICOVICH IDEA Y DIRECCIÓN: LUISA GINEVRO
AUTORÍA: LUISA GINEVRO DIRECCIÓN: LUISA GINEVRO
ELENCO: PERRONE LUIS NICOLÁS FLORES ISAAC ABDIAS KEMELMAJER ANITA SOSA CARLA GISELA LOÜET NICOLÁS DANIEL LA ROSA MONTES LUCAS EMILIANO
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